viernes, 17 de junio de 2016

SUSURROS - CAPITULO 9

Vamos en el coche de James. Aurora va más tranquila y se ha dormido abrazando a su peluche. Necesito que James me ayude así que le explico todo lo que se. Desde que los que decían ser mis padres eran mis tíos, hasta la razón por la que sabía que había una bomba en el coche.
 - ¿Sabes quiénes son? – pregunta mientras sigue conduciendo
 - No lo sé – le digo. – No es la primera vez que nos encontramos con ellos.
Le explico cómo recupere a Aurora. También le explico cómo supe que estaba allí. Seguimos en el coche hasta que se hace de noche y aparcamos en un motel de carretera. Pedimos una habitación para los tres. Nos hacemos pasar por una familia. Mientras Aurora y yo subimos a la habitación, James va a buscar la cena.
Mientras esperamos a James, Aurora y yo nos sentamos en una de las camas. Hay dos camas. Le deshago el peinado y la peino. Mientras lo hago le canto una canción que recuerdo muy poco. Habla sobre magia. Sobre mujeres muy poderosas que conocían un mundo mágico. En ese mundo estaban protegidas de todos, pero se iban de ese mundo porque sus corazones encontraron dueño.
 - ¿Papi vivía en ese mundo? – pregunta la niña
 - No, cariño – le digo mientras le sigo peinando. – La mami de papi vivía en ese mundo y sus hijos, mi mami y tu papi no conocieron ese mundo.
 - Nosotras tampoco – dice la niña.
Asiento. Vuelvo a cantar la canción. La segunda vez que la canto la niña se une. A la tercera vez que repetimos la canción las dos la cantamos a la vez. Seguimos cantando. Termino cerrando los ojos. Abrazo la niña. Cuando abro los ojos no nos encontramos en la habitación. Estamos en un mundo desconocido. Unas mujeres se acercan a nosotros. Todas llevaban el mismo vestido. Entre ellas se encuentra una mujer que me es muy conocida.
 - ¿Mama? – pregunto con lagrimas en los ojos.
 - Hola, hija mía – dice mi madre.
Comienzo a llorar. Abrazo más fuerte a la niña. Ellas me explican que al final todas las mujeres terminaron encontrado dueño a su corazón y ese mundo poco a poco fue quedándose abandonado. Pero las que habían ido con su amor verdadero comenzaron a morir y volvieron en el mundo donde nacieron. Así que todas las mujeres Kyvattarius cada vez que morían subían a ese mundo mágico. Me explican que si conozco la canción puedo subir siempre que lo desee y ellas me lo permitan.
 - Hija mía tenéis que cuidaros – dice mi madre. – Sois poderosas y cuando os juntáis vuestros dones se multiplican.
 - Pero madre yo estoy aprendido sobre mis poderes – le digo. – No sé cómo enseñarle a ella.
 - Os enseñareis mutuamente – dice una de las mujeres.
Mi prima y yo nos miramos. Sonreímos. Las mujeres nos piden que cantemos la canción otra vez. Las dos cantamos y las otras mujeres se unen a nuestro cantico. Cerramos los ojos mientras cantamos.
 - ¡Sue! – grita James.
Abro los ojos. Nos encontramos otra vez en la habitación. Veo a James asustado. Se acerca poco a poco a nosotras. Aurora y yo nos miramos. No sabemos porque tiene miedo. Las dos le sonreímos.
 - ¿Qué pasa? – digo
 - Cuando he abierto la puerta habéis desaparecido delante de mis narices – dice sentándose a nuestro lado. – Han pasado diez minutos donde no sabía qué hacer y justo cuando iba a llamar a alguien, no se a quien pero alguien llamaría – dice riéndose de sí mismo. – Y de repente aparecéis como si nada
 - Ya te lo conté todo – le digo. – Esto es algo nuevo para las dos.
 - Me vais a matar si hacéis cosas así – dice James y Aurora le abraza.
Tanto la niña y yo nos reímos. James pone cara de enfadado y nosotras nos reímos más. Durante un momento nos olvidamos de todo. Desde fuera parecemos una familia muy joven. James coge a la niña y comienza hacerle cosquillas, eso hace que los tres riamos más.
Cuando conseguimos tranquilizarnos James nos da la comida. Para la niña ha traído patatas con nuggets en forma de animalitos, también le ha traído fruta y zumo. Para nosotros dos un plato de lasaña y una botella de agua para cada uno. Comemos sentados en el suelo. Aurora le cuenta sobre sus papis y de la casa donde estuvo viendo hasta que fui a buscarle. Tanto James como yo nos reímos cuando intenta decir una palabra que no le sale. Después de que la niña se haya cepillado los dientes le tumbo en la cama donde no tarda en quedarse dormida. Yo vuelvo a sentarme en el suelo junto a James.
 - ¿Qué tienes planeado hacer? – me pregunta James
 - La verdad es que no lo sé – le digo. – Solo sé que tengo que proteger a Aurora.
 - Tenemos que averiguar quiénes os siguen – me dice.
 - ¿Cómo que tenemos? – le digo.
 - Te quiero ayudar – dice. – Olvidemos que hemos sido paciente y medico – yo solo asiento. – ¿Amigos? – me pregunta
 - Amigos – le digo mientras le abrazo
Le agradezco por querer ayudarme. Somos nosotros contra el mundo me dice. Yo me rio. Me pregunta porque el cambio y yo se lo explico, me mira y con cara de tristeza le pregunto si estoy fea. Rápidamente me dice que no, que estoy muy guapa y yo me rio. Abrazados y en el suelo nos contamos cosas, según vamos hablando me doy cuenta que nos hemos hecho amigos rápidamente. Sentados en el suelo y abrazados me doy cuenta que me voy quedando dormida. Poco a poco la oscuridad me invade.

Una luz cegadora me hace abrir los ojos. Enfoco poco a poco lo que hay a mí alrededor. Estoy atada a una silla. No hay nada, pero cuando mira a un lado me encuentro con otra silla más pequeña. En ella esta Aurora. Una puerta se abre y entra un hombre. No sé quién es. En su mano lleva dos pistolas. Miro a la niña. Le sonrió para darle tranquilidad.
  • Al fin podremos acabar con todas las mujer Kyvattarius – dice el hombre mientras se acerca a nosotros. – Hemos acabado con la persona que os protegía.
  • ¿James? – pregunto con lagrimas en los ojos.
  • Si – responde él. – Se nos ha resistido pero al final hemos terminado con él.
  • ¡No! – grito tratando de liberarme.
  • Ahora es vuestro turno – dice el hombre.

Aurora comienza a llorar. Comienzo a cantar mirándola. Ella me mira y también comienza a cantar. No terminamos de cantar cuando oímos dos disparos. Vemos como nos impacta a las dos la bala en el corazón. Con nuestro último aliento terminamos de cantar la canción de las mujeres Kyvattarius.

No hay comentarios:

Publicar un comentario